martes, 8 de enero de 2013

Domingo por la mañana, hay que ir a laburar.

Aaaahh!!! Trabajar un domingo desde temprano. Viajar en un colectivo lleno de pibitos gritones recién salidos de algún boliche mugroso. No esta nada bueno, no no.

Desde la ventanilla se pueden ver a estos adorables sujetos, quebrados en las veredas, tirados en cualquier lado. Victimas de su propio exceso de confianza, y de su estupidez. Suben a los colectivos hablando a los gritos, y diciendo vociferando epítetos varios a cualquiera que tenga la desgracia de cruzarse con ellos. Algunos todavía escuchan música sin auriculares también. Unos verdaderos amores

Colectivos vol 2, 3?

          Saludos. A fines del año pasado tuve que encontrarme otra vez con el transporte publico. Para ir a estudiar, y para ira a trabajar. Como uno puede imaginarse encontré una amplia variedad de razones para no querer viajar.
          Empecemos: imbéciles con su música a todo volumen, imbéciles que no escuchan música pero gritan, las ya clásicas viejas perfumadas, forros que no te dejan lugar donde sentarte, y mis favoritos, colectiveros que se hacen los galanes con las pasajeras, y aveces, pasajeros.

          Ah si. Si les contara de las veces que tuve ganas de prender fuego un colectivo. Pongamos esto en situación. Digamos que son las 4:30hs, el colectivo lleva gente a sus trabajos. A lo lejos se ve una figura masculina, se puede ver que esta bien vestida, hace señas para parar el colectivo en su parada designada. El chofer sonríe, y en lugar de detenerse, acelera y deja atrás a ese pobre infeliz que ahora llegara tarde a trabajar. Esa figura soy yo, varias veces a la misma hora, el mismo colectivero que cree gracioso no pararle a alguien.

Veamos una mas. Colectivo parado en un semáforo. La parada esta apenas un par de metros detrás, y el semáforo recién corta. Aparece alguien haciendo seña para que le abran la puerta. Que hace el chofer??
Se hace el re boludo y no abre. A que no saben quien se quedo sin viajar. Si, yo.

La verdad es que es algo increíble. Estos choferes, que por reglamente no paran en cualquier lado, son los mismos que después lo hacen para que suba una chica, preferentemente joven. O por que no, chica/o. Son estos también los que pelean con las viejas por una diferencia en el voleto de 10 centavos. Son los mismos que te obligan a escuchar su colección interminable de música melódica/latina. Porque en verdad, debajo de esa camisa barata, y falta de aseo, hay un corazón. Un corazón mentiroso, y lleno de fantasías estúpidas. Pero un corazón al fin. Es un corazón que espera llegar a casa con su familia, y la tele, para mirar a Tinelli y sus gatos. Y el fin de semana busca un pretexto para escaparse al algún boliche a bailar, solo por diversión.