domingo, 3 de febrero de 2013

De gente que uno se encuentra

     Cada vez que visito a mis amigos me cuentan cosas raras. Viajes, mudanzas, revelaciones sobre la vida privada de unos, y otros. Pareciera que esa informacion esta esperandome en cada lugar al que voy, por mas que no la pida, ni mucho menos, la necesite.  La ultima vez que me encontre a mi viejo compañero de trabajo  Adrián, me contó que, se iba a vivir a Estados Unidos. Dato no menor si consideramos que no es una de las personas mas brillantes del mundo, y que su familia esta vinculada con algunos grupos amigos de lo ilegal.


     Eso no es todo, una de las ultimas veces que hable con Fede, compañero en mi epoca de agente de telefonia celular para España, me entere que su hermano mayor estaba por casarse con su, hasta ese momento, novio secreto. Un secreto que se guardo demasiado tiempo, según las palabras de su madre.
     La gente y sus pequeñas vidas, que tienen muchos detalles como para ser llamadas pequeñas. Me fascinan con sus pequeños detalles. Se levantan cada día para enfrentar  la vida, y no saben como se van a dar las cosas. Unos días sale todo bien, otros, sale todo mal. Otros dias es dificil saber si lo sucedido fue bueno o malo. . Pero doy por seguro que, algo pasa, algo raro, algo grande y sorprendente. Alguien se  gana un auto en television, otro viaja al otro lado del mundo, o se encuentra a algún que otro conocido transformado por el paso del tiempo, y los errores. El haber conocido tanta gente a lo largo de los años, me da la oportunidad de escuchar historias, ver, y recordar sucesos mucho mas que interesantes.
     Debo confesar que mas de una vez disfrute al ver como el tiempo había dejado mella en algunas personas. Ah si. Un placer culposo, pero un placer al fin. :)

Buscando

     Leandro es la imagen del éxito. Antes de los treinta trabaja en una gran multinacional, haciendo lo que le gusta. En su departamento del barrio de Palermo vive con su bella mujer, y su hijo recién nacido. Tienen un perro, un gato, y una pecera llena de escalares. El trabajo paga muy bien. Tanto que no hace falta que Celeste (mujer) tenga que dejar solo al bebe por ir a trabajar. La vida es inmejorable. Atrás quedo el dolor, y el abandono que sufrió cuando pequeño.
   

     Pero, como siempre, hay algo que no esta bien. El lo sabe. No es solo su prematura calvicie. Hay algo que no esta, algo que se fue y no va a volver. Por eso, por la noche, cuando Celeste trata de dormir al bebe, el se acurruca sobre el monitor de su pc, y escondido escribe un nombre en el buscador: Ana Reche Acebedo.

martes, 8 de enero de 2013

Domingo por la mañana, hay que ir a laburar.

Aaaahh!!! Trabajar un domingo desde temprano. Viajar en un colectivo lleno de pibitos gritones recién salidos de algún boliche mugroso. No esta nada bueno, no no.

Desde la ventanilla se pueden ver a estos adorables sujetos, quebrados en las veredas, tirados en cualquier lado. Victimas de su propio exceso de confianza, y de su estupidez. Suben a los colectivos hablando a los gritos, y diciendo vociferando epítetos varios a cualquiera que tenga la desgracia de cruzarse con ellos. Algunos todavía escuchan música sin auriculares también. Unos verdaderos amores

Colectivos vol 2, 3?

          Saludos. A fines del año pasado tuve que encontrarme otra vez con el transporte publico. Para ir a estudiar, y para ira a trabajar. Como uno puede imaginarse encontré una amplia variedad de razones para no querer viajar.
          Empecemos: imbéciles con su música a todo volumen, imbéciles que no escuchan música pero gritan, las ya clásicas viejas perfumadas, forros que no te dejan lugar donde sentarte, y mis favoritos, colectiveros que se hacen los galanes con las pasajeras, y aveces, pasajeros.

          Ah si. Si les contara de las veces que tuve ganas de prender fuego un colectivo. Pongamos esto en situación. Digamos que son las 4:30hs, el colectivo lleva gente a sus trabajos. A lo lejos se ve una figura masculina, se puede ver que esta bien vestida, hace señas para parar el colectivo en su parada designada. El chofer sonríe, y en lugar de detenerse, acelera y deja atrás a ese pobre infeliz que ahora llegara tarde a trabajar. Esa figura soy yo, varias veces a la misma hora, el mismo colectivero que cree gracioso no pararle a alguien.

Veamos una mas. Colectivo parado en un semáforo. La parada esta apenas un par de metros detrás, y el semáforo recién corta. Aparece alguien haciendo seña para que le abran la puerta. Que hace el chofer??
Se hace el re boludo y no abre. A que no saben quien se quedo sin viajar. Si, yo.

La verdad es que es algo increíble. Estos choferes, que por reglamente no paran en cualquier lado, son los mismos que después lo hacen para que suba una chica, preferentemente joven. O por que no, chica/o. Son estos también los que pelean con las viejas por una diferencia en el voleto de 10 centavos. Son los mismos que te obligan a escuchar su colección interminable de música melódica/latina. Porque en verdad, debajo de esa camisa barata, y falta de aseo, hay un corazón. Un corazón mentiroso, y lleno de fantasías estúpidas. Pero un corazón al fin. Es un corazón que espera llegar a casa con su familia, y la tele, para mirar a Tinelli y sus gatos. Y el fin de semana busca un pretexto para escaparse al algún boliche a bailar, solo por diversión.